Es un pensamiento muy profundo, el talento mexicano traspasando fronteras, como hace falta que sea valorado y que sea difundido este tipo de cosas. felicidades.
Hermoso poema. Me di a la tarea de difundirlo con mis amigos y en la presenatación de la revista Papalotzi, donde has enviado algunos poemas, quise sin más leerlo y compartirlo con los presentes. "Ser indígena es tener un universo y no renunciar a él". Frase cargada de pasión y orgullo por nuestra identidad. Un fuerte cálido abrazo, desde los Altos de Chiapas, donde tuvimos los chiapanecos el deleite de escucharte.
Natalia Toledo (poeta bilingüe: Zapoteco-Español). Nació en Juchitán, Oaxaca, en l967. Es egresada de la Escuela General de Escritores Mexicanos (SOGEM). Ha participado en distintos talleres y cursos como el “Taller magistral de poesía”, impartido por la maestra Elsa Cross y “Ruptura en el Arte”, con la Dra. Teresa del Conde, en el Museo de Arte Moderno.
Publicaciones
Cuentos: 2008 El Conejo y El Coyote, cuento bilingüe zapoteco- español, con ilustraciones de Francisco Toledo, Fondo de Cultura Económica. 2005 La muerte pies ligeros, Cuento bilingüe zapoteco- español con ilustraciones de Francisco Toledo, traducido al mazateco, chinanteco, mixe y mixteco. Fondo de Cultura Económica. Poesía:2005 Olivo negro, Culturas Populares y el Consejo Nacional para la cultura y las Artes, Conaculta. 2004 Flor de pantano, Antología personal, Instituto Oaxaqueño de Cultura. 2002 Mujeres de sol, mujeres de oro, Instituto Oaxaqueño de Cultura, 2002 Femmes d’or, Écrits des forges Québec, Canada y Le Temps des Cerises, Pantin France. 1992 Paraíso de físuras, Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Oaxaca, 2001 Grabación de dos discos compactos con su poesía: Mujeres de sol, mujeres de oro, 2004, y Olivo Negro. Música de José Hinojosa; producciones Natjai. Su poesía ha sido incluida en la ópera Phantom, de la compositora Hilda Paredes. Sus poemas han sido traducidos en revistas y antologías en los siguientes idiomas: Inglés, Italiano, Francés, Vietnamita y Alemán.
Antologías: 2007 Hago de voz un cuerpo, antología de poesía de María Baranda, Fondo de cultura Económica. 2005 Words of the True Peoples, Palabras de los Seres Verdaderos, anthology of contemporary Mexican indigenous-language writers Carlos Montemayor y Donald Frischmann; University of Texas Press. 2003 La voz profunda, antología de literatura mexicana en lenguas indígenas, de Carlos Montemayor, Joaquín Mortiz. 2002 Reversible Monuments, Contemporary Mexican Poetry Ed. Koper Canyon Press, U.S.A.2000 Juchitán- Mexikos stad der fraun, Verónika Bennholdt- Thomsen, editorial Frederking & Thaler, Alemania. 1999 Guie’ sti’ diidxazá, La flor de la palabra, Víctor de la Cruz, UNAM. 1998 Toledo: la línea metafórica, Miguel Flores, ediciones Oro de la Noche/ FONCA. Antología de poetas de Tierra Adentro, Thelma Nava, 1997. Las divinas mutantes, Aurora Mayra Saavedra, UNAM, 1996. Historia de Arte de Oaxaca, tomo lll, varios autores, Gobierno del Estado de Oaxaca, 1997. Palimpsesto, obra gráfica de Demián Flores Cortés, ediciones Bi’cu’, 1993.
Reconocimientos: 2004 Premio Nacional de literatura Nezahualcoyotl, por su libro de poesía Olivo Negro. En 2003 y 2004, sus proyectos: los sueños del olivo, y las palabras generan palabras fueron elegidos por el Programa Artes por todas partes del Instituto de Cultura de la Ciudad de México. Ha sido becaria del FONCA (Fondo Nacional para las Cultura y las Artes en 1994, 2001 y 2004 en lenguas indígenas, y del FOESCA (Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Oaxaca) en 1995 en el área de jóvenes creadores. 2008 Es integrada al Sistema Nacional de Creadores.
Recitales y festivales: Febrero 2007, Universidad de York, Toronto, Canadá. Octubre 2006, Festival de Rosario, Argentina. Noviembre de 2006, Festival de poesía de Valencia, Venezuela. Noviembre 2006, Recontres littéraires inernationales, Saint- Nazaire, Francia. Diciembre 2004, Museo Guggemheim de Nueva York. Agosto 2003, Universidad de Toronto, Canadá. Diciembre 2003, Seattle Center, en Seattle Washigton, D.C. Junio 2003, Universidad de Yale, Nueva York, EE.UU. Agosto 2001, Festival Internacional de Poesía de la Casa Nacional de la Poesía, Buenos Aires, Argentina. 2001, Primer Encuentro Internacional de Escritores en lenguas indígenas México-Centroamérica realizada por la UNESCO. Abril 2000 Whitechapel Art Gallery, Londres Inglaterra. Octubre 2000 Segundo Encuentro Internacional de Poetas del Mundo Latino en la Ciudad de Oaxaca. Octubre 2000, Primer Encuentro Continental de Escritores en Lenguas Indígenas y afro caribeñas; en Quintana Roo México. 1996, Cuarto Encuentro Nacional de Escritores “Rosario Castellanos”, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. 2001 Participó en el Marché francophone de la poésie, en Montreal Québec.
Revistas: Ha publicado en diversos diarios y revistas del país y del extranjero, como: Plural, Zurda, Guchachi’ reza, Blanco móvil, Equis, La palabra florida, Río Grande Reviw, Sable, Generación, Voices de México, Viceversa, La Jornada, Estuaire, entre otros. 2007 Fue tutora de la generación de escritores del Fondo Nacional para la cultura y las Artes.
Ha combinado su trabajo literario con la elaboración y difusión de la cocina del Istmo de Tehuantepec, diseño de textiles y joyería.
Natalia Toledo y sus mujeres de sol Por Elena Poniatowska
Hay quien dice que la poesía es para los iniciados, aquellos que han regresado del mundo de los sueños y conocen su lenguaje, pero en Juchitán, Oaxaca los poetas venden fruta e iguanas en el mercado, giran en torno al quiosco del sexo en la eterna ronda de dámelo porque yo te quiero y se esconden tras el tronco de los árboles como Natalia Toledo.
Así la conocí, niña, apoyada sobre un árbol del parque, descalza y despeinada. –Es mi hija –me dijo Francisco Toledo, orgulloso. Tenía razón en estarlo. De los ojos negros de Natalia salía música de flauta y tambor y se notaba a leguas que era una niña dispuesta a recorrer todos los caminos del mundo, a donde quiera que el viento arrastrara su falda de flores vivas imposibles de encarcelar. La niña grano de maíz y su padre hablaron en Zapoteco y al rato, volvió a esconderse tras el árbol. -¿No querrá un helado?- pregunté como gringa vieja. Y Toledo me respondió: -No es niña de helados. -Entonces ¿de qué es niña? -De hechizos.
Juchitán es un lugar poblado de leyendas de piratas ingleses como Francis Drake, de la princesa Donají sacrificada por los enemigos de su reino, de cuentos de mixtecas inventados por los dioses, no de Dios como invento de los hombres. La Didjazá impresiona a los hombres por la arrogancia de una belleza tan ajena que nadie se atreve a acercársele. ¿Es ese el hechizo de la niña Natalia? observo a la criatura solitaria parada tras el árbol y le pregunto a Toledo: -¿No va a venir? -No, al rato se va. Como si oyera por telepatía la orden de su padre, la niña da la media vuelta. -¿ A dónde va? -Con su mamá. -¿Quién es su mamá? -Se apellida Paz. -¿Cómo Octavio? -Cómo va ser Octavio Paz su mamá?- se enconcha Toledo. -Dices que es niña de hechizos.
Natalia, cuando se descalza y viste de tehuana, cuando suelta su cabello rizado, abundante y libre, hereda la expresión del padre que no acepta ataduras. Su mundo es el de las iguanas, las tortugas, los armadillos, los pistaches, los chicozapotes, los peces y los tamarindos.
Natalia nombra lo verdadero y palpable de su mundo, ese mundo habitado por las hamacas que teje su madre “una mujer indómita bordaba el terciopelo negro de la espera” así como teje la infancia de “la niña habladora y despeinada”, la que extraña el canasto de sus múltiples oficios y las cosas que aprendió descalza como esa de caminar en el papel; la de las nahualas y las curanderas, la de las parteras juchitecas que además de buenas paridoras saben mejor que cualquier médico voltear al niño que viene mal dentro del vientre de su madre. “Con puro masaje”- sonríen. Ponen sus fuertes manos sobre el vientre y le dan la vuelta al niño y a pura vuelta y vuelta lo traen de vuelta a la vida. El amor que Natalia le tiene a las calles, los mercados, las plazas, los caminos llenos de baches de agua lodosa lo refleja en su poesía. A través de sus versos, uno recrea Juchitán, los pasos femeninos que dejan su huella en el camino, las fabulosas cocineras que sacan los totopos como grandes ostias del centro de la tierra, preparan la “vela” en casa de Alfa Henestrosa y ríen sus onduladas risas de dientes de oro. Sacan a orear sus cadenas y sus centenarios de oro, sus aretes de perlas y concha nácar que necesitan el contacto de la piel y vuelven a reír malcriadas porque son mal pensadas y a todo le encuentran un doble sentido y preguntan maliciosas por el lugar donde se baten los huevos y vuelven a reír esponjándose las unas a las otras como gallinas ponedoras. Así, nos encontramos a doña Berta Beninu, vendedora de pescado a “las seis treinta es la hora más sensible del día”, a Zenaida, vendedora de pollos, cuyo “encierro es una hoja de olivo donde Dios se escondió”; a doña Aurea, “sirena olvidada” que en su juventud montaba caballos y habita “una casa llena de cal y de sábilas”. Unas calles más adelante se yergue doña Hermila de sensualidad tan rotunda que “se queda en un dibujo y no regresa nunca”. Al lado de Hermila que vende limones, doña Victórica ofrece huevos de tortuga con “su voz estentórea.” También abundan los ritmos y la vida alegre de las cantinas de Juchitán, “una enagua se contonea, se contiene se quiebra... se levanta el huipil, baja y sube los hombros, empieza a girar sus senos de plenilunio enormes y arrugados” y es doña Agrícola, cantinera y vecina, que baila “mientras unos niños de puntitas la observan en silencio”. Otra es doña Manuela León, la tabernera y las mujeres que la acompañan: “Luciérnagas de oro, no son las más elegantes son las más alegres, las que siempre van a estar al inicio y al final de la fiesta”.
Puede ser que en medio de la plaza o bajo un framboyán donde canta Doña Florinda, quien también merece un poema, aparezca el placer íntimo de escucharla: “Tu canto abre la semilla de una almendra diáfana, lastima el corazón de la noche como un pájaro que se escapa dentro del cielo”.
La poesía da un giro, sale un espejo de entre las ropas de Natalia para reflejarla y en un arranque de amor propio, se canta a sí misma, poeta y cocinera, a esa belleza que se le hace soportable solo con la ebriedad, la untuosidad de las palabras corriendo por su sangre. Por ser mujer, Natalia las comprende y todas las mujeres de este mundo pueden aspirar a hallarse en sus poemas sobre todo aquellas de cuyos vientres estériles salen: “las estrellas que descansan entre paredes azules/ son hijos que no pudieron habitar/ un vientre joven”. También a las niñas, Natalia les da consejos:
“Quiérete como se quiere al sol y a la lluvia. Quiérete como se quiere a la poesía recién hecha. No esperes de nadie. Todo lo que puedes apreciar y querer de ésta tierra, está dentro de ti”.
Nada más emotivo que el poema que le dedica a su madre Olga de Paz y su cielo de hamacas “péndulos de hilo” en el patio de su infancia. “Dormíamos colgadas bajo un pochote marino”.
“Las fotos del pintor de pelo largo un baúl lleno de tiempo una llave enorme y miles de hamacas eran mi casa”.
La poesía de Natalia es suave como su mirada, redonda como sus hombros, demandante como sus labios, rizada como las olas que coronan su cabeza, desnuda como sus pezones oscuros. Natalia no anda en los imposibles de la poesía. Recorre el mundo cotidiano y lo asume, observa, siente, respira, suda. No inventa nombres, hace instantáneas con palabras y es discreta con las metáforas. Dejarse atrapar por la poesía de Natalia, es reconocer la voz mandona de las oaxaqueñas, las sandungas, las que mecen al pene dentro de sus enaguas. Natalia, fiel a sus padres, canta en Zapoteco y en español y Guchachi’ Reza resucita en su voz. Desde el primer encuentro Internacional de Escritores en Lenguas Indígenas resalta la importancia de salvaguardar la expresión indígena. Lo mismo sucede en el Primer Encuentro Internacional de Escritores en Lenguas indígenas México- Centroamérica de la UNESCO. En todos los foros se oye su voz autorizada porque la lengua la trae en la sangre y además ya ha publicado en Plural, Zurda, Guchachi’reza, Blanco móvil, Equis La palabra florida, Generación, Voces de México, Viceversa, la Jornada y está antologada en varios libros de poesía.
¡Imposible que Toledo no tuviera hijos creativos y un poquito malvados. De todos, Natalia es hasta ahora la mejor conocedora de la comida del Istmo de Tehuantepec y la que mejor la confecciona porque al igual que Sor Juana se dio cuenta que Dios está en los pucheros y Sor Juana llegó a la conclusión de que si Aristóteles hubiera guisado; mucho más hubiera escrito.
La poeta juchiteca Rocío González ha dicho de la poesía de Natalia:
Los poemas de Natalia surgen de intuiciones poderosas que se resuelven en cuadros breves, en imágenes nítidas y precisas y, al mismo tiempo, llenas de ventanas, en versos decantados por lo absoluto del instante. Su fascinación es con ella misma, con la niña que fue y necesita reinventar en los olores y sabores, en la flora y la fauna que aparecen en el lenguaje de los sueños y en el regreso- siempre hay un regreso_ a ese lugar del que nunca se ha ido del todo: más que Juchitán es la construcción del deseo, la intimidad con la naturaleza, la pulsión de lo inmediato. Más que Juchitán es la lengua en la que se juega, la cadencia sensual que vibra como un hormigueo en los chistes y los dobles sentidos, la transfiguración del dolor en vocales alargadas y cantos en las voces de las mujeres que la inventaron, la lengua que impone la singularización, no sólo de ella misma, sino de todo lo que mira: eso que se parece a la felicidad pero no deja de tener algo perverso, la fragilidad de la niña ante la contundencia de lo real.
*iguana rajada
NaTALIA TOLEDO, GUNAA RUZEE DIIDXA’: LA POETISA DE JUCHITÁN
Las mujeres de Juchitán, para quien no las conozca, les diré de paso que son malhabladas, osadas, atrevidas y dignas como ellas solas. Las mujeres de mi pueblo no se ruborizan ante nada ni ante nadie; por el contrario, son retadoras y temerarias. Las mujeres de Juchitán también son portadoras de la tradición zapoteca y por ello son transmisoras de conocimientos; pero sobre todo, son sensibles frente la palabra, frente la poesía. Dicen que en el pasado hubo mujeres poetas entre los zapotecos y se les llamaba “mujeres creadoras, mujeres edificadoras, mujeres apaciguadoras y mujeres conciliadoras de palabras”. En el presente las sigue habiendo, como Natalia Toledo, quien ha publicado sus trabajos en diversos medios literarios y de información, tanto nacionales como internacionales. Ella, al igual que sus antecesoras, sigue pacificando, sigue aquietando, sigue reconciliando y componiendo las voces que nacen en su corazón. Natalia también es gunaa ruzee diidxa’, es decir, mujer que dibuja palabras: poetisa. Ruzee es dibujar, pero también es regar, como cuando se riega una flor. Y la flor de Natalia es poesía, es canto, es belleza. Natalia lo sabe, porque sus poesías fueron regadas con sus lagrimas, con sus risas, con sus amistades. El quehacer literario de Natalia es volver los ojos a la vida cotidiana de un pueblo indígena, que se va diluyendo ante este mundo que marcha a pasos agigantados hacia una supuesta “modernidad” que nos va borrando el rostro. Asimismo, Natalia es gunaarucádiidxa’, es decir, mujer que esculpe, la escultora de palabras. Por ello, podemos decir de ella que es como el escribano de la antigüedad, porque registra y cuenta los sucesos. Ella es como los pintores indígenas: con la tinta negra, con la tinta roja de su alma va esbozando, va describiendo el rostro y el corazón de nuestro pueblo. Ella es forjadora de voces, ella es componedora de cantos. Y sobre el canto hay que decir que, al igual que ayer, sigue hermanado con las letras, por eso, en esta ocasión, Natalia nos presenta sus poemas acompañados con música; algunos con música prehispánica, otros con sones que fueron forjados durante la Colonia, otros más con música de sax.
2 comentarios:
Es un pensamiento muy profundo, el talento mexicano traspasando fronteras, como hace falta que sea valorado y que sea difundido este tipo de cosas.
felicidades.
Hermoso poema.
Me di a la tarea de difundirlo con mis amigos y en la presenatación de la revista Papalotzi, donde has enviado algunos poemas, quise sin más leerlo y compartirlo con los presentes.
"Ser indígena es tener un universo y no renunciar a él". Frase cargada de pasión y orgullo por nuestra identidad.
Un fuerte cálido abrazo, desde los Altos de Chiapas, donde tuvimos los chiapanecos el deleite de escucharte.
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